miércoles, 18 de marzo de 2020

13 DISCOS EN DIRECTO QUE NO SON UNA MIERDA (MANCHAS Y RUIDO # 10)


Butthole Surfers montando un jaleo.

Discos en directo (bostezo), terreno pantanoso donde los haya. Existen un montón de obras icónicas grabadas en vivo, con más o menos trampa y cartón: The Who “Live at Leeds”, The Stooges “Metallic K.O.”, MC5 “Kick Out the Jams”, Jimi Hendrix “Band of Gypsys”, Grateful Dead “Live Dead”, Rolling Stones “Love you live”, Cream “Wheels of Fire”, Janis Joplin “In Concert”, The Doors “Absolutely Live”, The Replacements “The Shit hit the fans”, y un infinito etcétera de grabaciones mastodónticas, discos dobles y triples, solos de batería, solos de guitarra, voces a medio gas y gran insatisfacción por parte del oyente.
Uf, la de veces que mordí el anzuelo tras leer alabanzas en revistas heavies y rockeras como Metal Hammer, Heavy Rock y Popular 1, esta última, repleta de los mayores amantes de este atroz “género discográfico”. A muchos de esos discos les tengo cariño de tanto que los escuché para intentar “amortizar” el dinero malgastado, mientras que otros los aborrecí desde el primer momento (“Love you live” y el plúmbeo directo de Grand Funk – ¡el disco favorito del Butthole Surfer Paul Leary! - están en la cima de los discos más detestables que poseo), pero una cosa está clara: disco en directo=disfunción auditiva casi asegurada.
A continuación, una pequeña lista de fabulosas excepciones. He dejado fuera el jazz y la improvisación, porque es quizás la única forma musical en las que los discos buenos en directo se cuentan por centenas. Si hubiera incluido esta música prodigiosa, la lista probablemente constaría del disco en directo de Toy Love y 13 discos de Coltrane, Cecil Taylor, Albert Ayler, Art Ensemble of Chicago, Miles Davis, etc.

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Toy Love “Live at Gluepot” (Real Groovy/Goner Records, 1980/2012).



De esta maravilla ya hablé en el Manchas y Ruido # 6, número enteramente dedicado al ídolo de NZ Chris Knox, así que no me extenderé demasiado. El mejor disco de Toy Love, uno de los pocos casos en los que un directo supera a cualquier grabación de estudio de un grupo y mi disco en vivo favorito. Uno de los documentos esenciales de la música popular moderna.



UJ3RK5 “Live from the Commodore Ballroom” (Primary Information, 1980/2016).



https://soundcloud.com/primaryinformation/uj34k5-live-from-the-commodore-ballroom-c2-naum-gabo

UJ3RK5 fue una banda de Vancouver que en su momento solo publicaron un entrañable y sensacional 12” y un par de temas en el LP “VancouverComplication”. Su música y su pinta de oficinistas los emparentaba directamente con cosas como Talking Heads o los Devo más nuevaoleros. El grupo contaba entre sus integrantes con los posteriormente famosos artistas Jeff Wall, Ian Wallace y Rodney Graham, y pasó rápidamente a engrosar las filas de grupos perdidos surgidos de la explosión punk hasta que en 2016 el ultra “arty” sello Primary Information publicó este explosivo doble LP. El disco recoge al grupo abriendo para Gang of Four en 1980, y escuchándolo no me quiero imaginar lo que tuvo que suponer tocar después de este despliegue de demencia. Empiezan disparando con “Locator”, una maravilla que tiene uno de los mejores trenzados de teclado-bajo-guitarra que he escuchado jamás y es la canción por la que me enamoré de esta buena gente en los tiempos del soulseek. A partir de ahí, un trallazo tras otro, con el vocalista Frank Ramirez especialmente enloquecido en joyas de art-rock psicótico como “Eisenhower and the Hippies”, “Naum Gabo” o “Hash dreams of the everyday housewife” (¡gran título!), donde aulla en castellano una serie de frases desconexas en pleno brote de Tourette. ¡Vámonos Dulciiiiita, se acabou, no tenemos mucho tieeeempo!”.



Chora(s)san Time-Court Mirage “Live at Issue Project Room” (2016, Important Records).



Catherine Christer Hennix, autora de una de las obras musicales electrónicas más perfectas y singulares de la historia: “TheElectric Harpsichord”, grabada en 1976 y no publicada hasta 2010. Es la única composición musical con la que he experimentado trances fuera de tiempo y lugar, una de las obras capitales del éxtasis-drone-minimalista y la entonación justa, en mi opinión solo comparable a la música milagrosa de La Monte Young, al que Hennix conoció en 1970, convirtiéndose a la causa de la Música Eterna y al estudio de las enseñanzas de Pandit Pran Nath. “Live at Issue Project Room” es una grabación en directo en Nueva York de 2014 del grupo de entonación justa de Hennix. El nombre de la obra que interpretan es bastante explicativo: “Blues Alif Lam Mim In The Modes Of Rag Infinity / Rag Cosmosis”. 80 minutos de electrónica reminiscente de tanpuras cósmicas, instrumentos de viento metal meciéndose como mareas lunares y cánticos corales celestiales. Es increíble y un verdadero misterio que, durante más de 30 años, la música de Catherine Christer Hennix permaneciera escondida. Por suerte, desde 2010, se están publicando discos que recogen conciertos actuales y grabaciones de los 70 de esta figura inabarcable (filósofa, poeta, matemática y artista visual y sonora). Este cd es uno de mis favoritos, una auténtica hamaca sónica en suave balanceo perpetuo.


Hüsker Dü “Lyndale’s Burning” (Holy Records, bootleg, 1992) / “The Living End” (Warner, 1994).




“The Living End” supuso mi puerta de entrada a los todopoderosos Hüsker Dü, verdadera obsesión en mi época más “angustia postadolescente” (llegué a escribir una kilométrica carta de fan/groupie a Bob Mould que nunca tuvo respuesta), y fue la banda sonora de mi vida durante mi primer año como universitario-alienado-fracasado, por lo que le tengo amor incondicional. El principio con “New Day Rising”, “Girl who lives on Heaven Hill” y “Standing in the rain” suena como el despegue y desintegración del Challenger, y los temas de “Flip your wig”, “Candy Apple Grey” y “Warehouse” hacen que sus versiones en estudio suenen domesticadas y escleróticas. “Lyndale’s Burning” recoge un concierto grabado un par de años antes (1985) y es el complemento ideal y el “grandes éxitos” definitivo de uno de los grupos dorados de los 80.


Sandy Denny “Live at the BBC” (Island Records, 2007).




A los discos en estudio de Sandy Denny les ocurre algo parecido que a los de Vainica Doble: están llenos de canciones increíbles enterradas a menudo bajo una capa de arreglos instrumentales superfluos que ocultan su belleza melancólica. A excepción de “Sandy” (1972), su gran obra maestra y una de las cimas del folk británico de los 70, escuchar el resto de su discografía es frustrante por momentos. En esta preciosa cajita de cds de grabaciones en vivo, la voz cristalina de Sandy Denny suena como el tañido de campanas celestiales sobre una capa de arreglos delicados y desnudos. En estas grabaciones Sandy todavía no había cumplido los 30, pero su voz ya sonaba con la profundidad y la tristeza de vidas enteras.  Muchas de los temas que aquí aparecen superan con creces sus versiones originales en estudio, y la verdad es que, siempre que quiero sumergirme en la melancolía infinita de su música, pongo estas canciones antes que sus discos en estudio. Si adoras la música de Nick Drake, Fairport Convention, Incredible String Band o la propia Sandy Denny, y todavía no has escuchado estas grabaciones, te estás perdiendo parte de la mejor música de ese universo.


Modern Lovers “Live” (Beserkley, 1977).



Para una gran parte del mundo punk rock, lo único decente de Jonathan Richman es su primer disco con los Modern Lovers, un clásico protopunk que la verdad es que a mí nunca me dijo nada. Para otro sector del punk rock, más cercano al amateurismo “pequeño” de baja fidelidad y la heterodoxia musical, el Richman post-76 es prácticamente un semidiós. Letras sobre dinosaurios, marcianos, insectos, hombres de las nieves en supermercados, heladeros, envoltorios de chicle, doo wop y rock and roll primitivo a raudales y las canciones de amor más bonitas desde Roy Orbison y Buddy Holly. Este “Live” presenta a Los Amantes Modernos en la cima de su magia y creatividad tocando nueve canciones PERFECTAS, seis de las cuales solo aparecen registradas aquí, lo que convierten esta joya en uno de sus clásicos. Solo por el pop infantil en espiral de “My little Kookenhaken”, la sublime belleza optimista de “The morning of our lives” (en mi opinión, su mejor canción) y la fiesta del final de “Ice Cream Man” el disco es absolutamente obligatorio si tienes algún mínimo interés por este personaje único.


Daniel Johnston “Why Me?” (Trikont, 2000).



El bueno de Daniel en vivo y en directo en 1999 en Berlín, acompañado de su desafinadísima guitarra española y su piano. La música de Daniel Johnston brilla especialmente libre de arreglos y acompañamientos, por eso discos como “Artistic Vice”, “Fun” o “Rejected Unknown” funcionan a medio gas (aunque no se merecen las destructivas críticas que tantos mequetrefes cerebrales les han dado). Resulta muy extraño escuchar a Daniel cantar sus preciosas y quebradizas canciones acompañado por una banda o arregladas innecesariamente. La música de este genio es perfecta tal y como es: himnos de alienación grabados en una cassette en su habitación con su maravillosa voz de aspirador de helio acompañados de un órgano o un piano polvoriento. Por eso esta grabación es tan especial. Pura emoción cruda y un montón de temas inéditos realmente hermosos y jodidos (algunos saldrían posteriormente en versiones muy inferiores en el disco “Lost and Found”). Una muestra: “You said you'd be at a certain place / I waited there 'til the end of time / Wishing you well as I spend time in hell”.  Junto con “1990”, su disco más depresivo y uno de mis favoritos.


Wipers “Wipers Tour 84” (Trap Records, 1984).



Originalmente publicado en cassette por el propio sello de Greg Sage, luego reeditado una y mil veces en vinilo y en cd. Amo la música de los Wipers como pocas cosas en esta vida, pero la verdad es que, dada mi aversión a las grabaciones en directo, no escuché este disco hasta hace poco. Grave error, porque prácticamente está a la altura de las alucinantes grabaciones en estudio del “grupo” (Wipers siempre fue el proyecto personal de Sage; de hecho, el tipo ni se molesta en nombrar al bajista y batería en los créditos). Himnos como “Doom Town” y “Youth of America” suenan tan electrizantes como sus versiones originales. Además, el disco contiene dos joyas que únicamente aparecen aquí, “Moon Rider” y “Tell me”, lo que hacen de esta maravilla algo necesario para cualquier fan del mejor grupo de punk rock romántico de la historia.


Kazuki Tomokawa “Live 2005 at Osaka Banana Hall” (P.S.F. Records, 2005). 



El gran Kan Mikami fue mi cantautor psych-folk japonés favorito durante años, hasta que descubrí al increíble Kazuki Tomokawa. Aunque muy diferentes, ambos comparten estética catártica, paroxismo vocal y máxima intensidad y emoción. La música de Tomokawa es una de las muestras más puras y cristalinas de auténtica “música alma”. Su guitarra es cruda (aunque no tanto como la de Mikami), sus temas son espirales ascendentes en busca de clímax infinitos, y su forma de cantar no tiene comparación posible, con su vibrato desquiciado y esos sonidos guturales y gritos tan característicos al final de algunos versos. Tomokawa comenzó su carrera a mediados de los 70, pero en mi opinión, fue en los 90 cuando publicó sus mejores trabajos. Su voz se volvió más extrema, y su música más experimental y magnética. Todo lo que grabó para P.S.F. vale su peso en LSD, especialmente mis favoritísimos “Hanabana no Kashitsu” y su colaboración con el contrabajista de otro planeta Motoharu Yoshizawa “Maboroshi to Asobu”, mil veces mejores que cualquier cosa de Tim Buckley. En este directo de 2005 le acompaña Toshiaki Ishizuka, batería volcánico en los grupos Vajra y Sanjah, y es una introducción perfecta al hardcore-folk del genio. Uno de esos músicos cuyos cds ya rondan precios abusivos en el mercado negro. Si quieres conseguir alguno de sus discos (con portadas preciosas con sus propios dibujos y pinturas) prueba en la distribuidora Forced Exposure, donde hasta hace poco todavía tenían algunos disponibles a precio de humanos.



Judee Sill “Live in London: The BBC Recordings 1972-1973” (Water/Troubadour, 2007).



Judee Sill...qué triste historia y qué absolutamente maravillosa música. Sus dos discos en estudio muestran un talento solo comparable a genios como Brian Wilson, una mezcla de folk espiritual y música barroca de una riqueza armónica a años luz de la mayoría de sus contemporáneos. Por no hablar de su voz y su guitarra, cargadas de emoción y una delicadeza similar a la de Nick Drake. Músicos sobrenaturales que hacen que los arpegios más intrincados suenen tan naturales como el respirar. La historia de Sill es ya de sobras conocida. Tras una infancia de violencia y abusos, a los 15 años huye de su casa y se lanza al mundo de los atracos a mano armada, la falsificación de cheques y el consumo de heroína, para acabar inevitablemente con sus huesos en la cárcel, donde se limpia del caballo y desarrolla su particularísima música. Al salir, es descubierta por el Byrd David Crosby, consigue un contrato con Geffen, publica dos obras maestras sin parangón, el pequeño éxito se le sube a la cabeza (imagino que a causa de su alma volátil) e, insatisfecha con las ventas de “Heart Food”, saca del armario a David Geffen a base de insultos homófobos, lo que la lleva a ser desterrada del círculo de artistas a su alrededor. A partir de ahí, el declive: Intenta sin éxito conseguir el perdón de Geffen acampando delante de su casa, y su más que prometedora carrera musical termina. Meses después es atropellada por un coche y, debido a su historial como consumidora de heroína, los médicos no le recetan opiáceos para calmar su dolor, lo que la lleva de nuevo a los brazos de su lado oscuro, falleciendo en 1979 por una sobredosis de cocaína y codeína. Cómo un talento tan descomunal tuvo una vida tan trágica es algo realmente descorazonador. “Live in London” recoge grabaciones en directo en 1972 y 1973, y en ellas se puede escuchar a una artista gigantesca radiante de brillo, luz y encanto. El complemento perfecto para una de las discografías más absolutamente geniales de principios de los 70, discos de los que debería hablarse como se hace de “Surf’s Up” o “Sunflower”. Una mujer cuyas tres grandes influencias declaradas eran Pitágoras, Ray Charles y Bach. Uno de los grandes milagros musicales de la música americana. Larga vida a su música inmortal.


Shizuka “Live Shizuka” (Persona Non Grata, 1995).



Los japoneses Shizuka, uno de los grandes grupos de rock psicodélico de los años 90. Con miembros de los legendarios Les Rallizes Denudes y de los cataclísmicos Fushitsusha, y la carismática Shizuka Miura al frente, Shizuka fueron los herederos naturales de las tormentas electroatmosféricas de Les Rallizes. Tres acordes repetidos ad infinitum, kilolitros de fuzz y reverb, y la fantasmagórica y depresiva voz de la propia Shizuka, era todo lo que necesitaban para crear una música de magnitudes sísmicas, la mezcla perfecta de ruido descontrolado, tormentas guitarreras y radiante fragilidad y belleza. “Heavenly Persona”, su único disco en estudio, es uno de los grandes clásicos del alucinante sello P.S.F., un vergel gótico-psicodélico salido de un sueño ácido, Julee Cruise al frente de Blue Cheer haciendo versiones de Velvet Underground, una de las grandes obras maestras salidas de Japón el siglo pasado. Los tres discos restantes de la banda fueron grabados en directo, y aunque todos son brillantes, “Live Shizuka” es, en mi opinión, el mejor de los tres, el que contiene las canciones más preciosas y en el que la voz de Shizuka rebosa dolor, tristeza y desesperación. Si no se te encoge el corazón escuchando “Flowers for the end” y “Planning for loneliness”, probablemente no te quede sangre en las venas. Shizuka Miura se suicidó en enero de 2010, poniendo un trágico final a uno de los vórtices musicales más mágicos salidos de la escena alrededor del sello P.S.F.


John Fahey “Live in Tasmania (Takoma, 1981).



El único directo oficial de John Fahey, quizás el mejor guitarrista blanco de blues y folk que ha caminado sobre la faz de la tierra, un trillón de veces copiado y jamás igualado. Parece ser que, borracho en un avión durante su gira por Australia, decidió grabar un directo en Tasmania y organizó todo el asunto con solo 5 días de antelación. El disco es tan increíblemente bueno como cualquier cosa grabada por este prodigio, e incluye joyas como “Indian-Pacific R.R. Blues” o la resplandeciente versión de “Waltzing Matilda”, la mítica canción folk australiana. El sonido es prístino y cristalino, y la guitarra sobrenatural de Fahey suena como si estuviera tocando en el espacio exterior, expansiva y pletórica de emoción.  Imagino que, si eres fan de este genio, ya conocerás este disco, pero si no es así, hazte un favor y consíguelo en cuanto puedas porque es una de las múltiples obras maestras en su extensa discografía.


Butthole Surfers “Live PCPPEP” (Floatum Scrotum/Alternative Tentacles, 1984).



Tras publicar un tremebundo primer mini LP, los superchiflados Butthole Surfers tienen la feliz ocurrencia de publicar un disco que es prácticamente ese mismo, pero en vivo. Lo que parecía, en principio, una idea a todas luces nefasta, se convierte en uno de los discos en directo más salvajes e hiperdélicos de la historia del punk. No sé qué cóctel de drogas tomarían ese día Gibby Haynes y sus secuaces, pero consiguieron dar a temas como “Bar-B-Q Pope” y “Hey” un toque extra de psicosis y chaladura generalizada. “The Shah sleeps in Lee Harvey’s grave” suena como el derrumbe de una casa de ladrillos y termina con Paul Leary fuera de sus casillas mandando callar al público, que le lanza lindezas como “shut the fuck up!” a grito pelado. Uno de los grandes clásicos del mejor grupo psicodélico de los años 80 y la primera aparición de su mítica baterista Teresa Nervosa, que en 1989 sufrió un aneurisma debido al achicharre estroboscópico al que estuvo sometida durante decenas de conciertos en uno de los combos politoxicómanos por excelencia.



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