Death. Los
siete discos de estudio de Death llevaron el metal a cotas de imaginación y
composición inalcanzables para la mayoría de sus compañeros de estilo. Desde el
salvaje “Scream Bloody Gore” (1987) hasta
el ultracomplejo prog-death de “Symbolic”(1995) y “The Sound of Perseverance”
(1998), todo lo que grabaron es espectacular. Si todo el metal fuera así, sería
un “metalhead” convencido.
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Youth of Today.
El tono condescendiente y predicador de sus horribles letras y su repulsivo
tono moralista no pueden empañar una de las discografías de hi-energy-hardcore
más alucinantes del siglo pasado. YOT cogieron la energía descontrolada de SSD y la capacidad de componer himnos
casi pop de Minor Threat y 7 Seconds, y llevaron el hardcore
positivo a la estratosfera, convirtiendo a cientos de chavales al
vegetarianismo y al straight edge y dejando un rastro realmente aterrador (todo
ese machocore de los 90 no habría sido lo mismo sin su influencia). Los discos
de YOT son casi psicodélicos de lo desquiciadamente explosivos que suenan, con
un vocalista enloquecido que convierte a Ian
MacKaye en un susurrador de nanas, unas guitarras que parecen retorcer el
tejido del espacio-tiempo y una sección rítmica que suena como Atila en plena
campaña de destrucción, con el espectacular Sammy Siegler a la batería, un tipo que a los 15 años ya había
grabado una decena de clásicos inmortales. “Can’t you fucking
understuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaand!”
Peinado marine, chándal de táctel, collares de bolas y gesto característico.
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Minor Threat. Sobre
Minor Threat se han vertido océanos de tinta e Ian MacKaye ya está dandocharlas TED, así que no voy a extenderme mucho. Los cuatro eps más influyentes
del punk americano. 26 himnos para cantar a grito pelado (alguno solo si eres
un hombre blanco hetero, ejem) señalando con el dedo a la persona que tengas
más cerca en ese momento mágico y catártico. Menos mal que MacKaye debe ser el
pavo más terco de todo D.C., porque tras “Out
of Step”, el resto de miembros
de la banda quiso convertir al grupo en una especie de imitadores de U2 (!!!), lo que habría sido casi más
bochornoso que la conversión de SSD al heavy. Posteriormente, Brian Baker debió perder el oremus del
todo, porque se puso un sombrero de cowboy y estuvo siglos tocando la guitarra
en Junkyard, uno de los más infectos
grupos de hard rock angelino de ahora y de siempre.
Crass. No
conozco muchos punks que aguanten “YesSir, I will” y “10 notes for asummer day”, los dos últimos discos de Crass, pero para mí son musicalmente
interesantísimos y conceptualmente brillantes. No olvidemos que el grupo lo
formaron en 1977 un punk de 20 años y un hippie fluxus que ya rondaba los 35, un
joven desencantado de clase obrera y un exprofesor de arte de familia
acomodada. En la última etapa de la banda, ante el panorama desolador provocado
por la malnacida Thatcher, la faceta “arty” (que el grupo siempre tuvo) salió a
la luz, imagino que como bálsamo contra la depresión y el sentimiento de
derrota. Crass, grupo inclasificable donde los haya, colectivo musical y
artístico que funciona casi como un espejo donde proyectarse. Del exabrupto
punk de su primer y glorioso disco hasta la poesía musical abstracta de su “10
notes”, escaparon a todas las etiquetas durante sus años de actividad.
Revitalizaron el anarquismo, inventaron la imaginería de todo el anarcopunk
venidero (gracias a Gee Vaucher -
ver Manchas y Ruido # 7 para entrevista), se enfrentaron al gobierno británico,
formaron parte de los movimientos de resistencia de su época, crearon uno de
los corpus musicales más extraños e impresionantes de todo el punk y se
disolvieron en 1984, convirtiéndose en un símbolo de dignidad del que produce
orgullo ser fan. Me cuesta ser mínimamente objetivo con esta gente, para mí
todo lo que hicieron es maravilloso, incluso “Acts of Love”, de Penny
Rimbaud (que escucho mientras escribo estas líneas) me rechifla. Ojalá
todos los grupos punks fueran tan magnéticos y poliédricos como ell@s.
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Heldon. Richard Pinhas, uno de los más brillantes héroes musicales franceses,
vivió su iluminación musical al escuchar la guitarra del gran Robert Fripp, algo evidente especialmente
en sus primeros tres discos, que suenan como unos King Crimson sin plúmbeos toques sinfónicos. A partir de “Agneta Nilsson” (1976), el grupo se
convierte en una criatura biónica de prototechno obsesivo, ambient-trance y
rock’n’roll industrial embellecido por las espirales de guitarra frippertrónica
de Pinhas. Siete discos y dos singles sensacionales de entre los que destacaría
el tremendo “Interface” (con su
portada más impactante) y el repetitivo “StandBy”, aunque todos son un puro alucine. La perfecta síntesis de rock
experimental, música electrónica y ciencia ficción, el sueño húmero de cualquier
fan “nerd” de Metal Hurlant, Ballard y Philip K. Dick. Ah, y los primeros cinco discos de Pinhas en
solitario (el preciosísimo “East West”
es mi favorito) son tan buenos como los de Heldon.
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Kleenex/LiLiPUT. Quizás mi grupo favorito surgido del estallido post-punk junto a Wire y Raincoats. Una de las bandas que liberó al punk del “rock” y de los
tics de la peor música macho-testosterónica. Imaginación absoluta, antífonas
onomatopéyicas lanzando proclamas en forma de haikus dadaístas, guitarras
minimalistas, la baterista metronómica más carismática de toda Europa
Occidental y unas líneas de bajo que suponen una demostración maestra de cómo
tocar ese instrumento sin caer en el circo de los horrores del funk-rock
blanco. Seis singles y dos LPs que la buena gente de Mississippi Records recopiló en una caja de 4 discos en 2011, un
auténtico festival de euforia musical. Increíblemente infravaloradas, muchos
punks (hombres) todavía las desprecian en una lamentable demostración de
ignorancia y mal gusto. ¡Incluso Simon
Reynolds las dejó fuera de su “Rip
it up and start again”! Tras pasar
dos días encerrado en casa maltratando mi pobre cerebelo a base de King
Crimson, el primer LP de estas ídolas me está sonando a música celestial. Si no
has visto su versión en directo de “Split” que ronda por youtube, hazte un
favor y échale una ojeada, es imposible que esa actuación milagrosa no te
alegre el día. Aquí la letra de ese himno anárquico que suena como Yoko Ono al frente de Essential Logic: “Hotch-potch,
Hugger-mugger, Bow-wow, Hara-kiri, Hoo-poo, Huzza, Hicc-up, Hum-drum, Hexa-pod,
Hell-cat, Helter-skelter, Hop-scotch! Yesterday
was a party! Yesterday the drinks were strong!”.
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